Alejandro Cervantes-Castro

Alejandro trabaja como especialista en instrumentos y sistemas de control de vuelo. "Siempre estamos ahí para asegurarnos de que los aviones puedan volar", dice.

Los aviadores en el puesto de Alejandro suelen estar asignados a un tipo específico de aeronave. Él trabaja en el C-17, que es un tipo de avión de carga. "Hay varios talleres diferentes por fuselaje", dice. "Mi taller específico se ocupa de todo lo relacionado con el piloto automático y todas las superficies de control de vuelo. También trabajamos en muchas de las computadoras del avión, así como en los componentes del combustible. Además, mi equipo trabaja en los [componentes] que utiliza el avión para funcionar de manera correcta".

 Alejandro y sus compañeros nunca dejan de aprender. Los aviones en los que trabajan son extremadamente complejos e intrincados. Colaboran constantemente para garantizar que sus aviones se mantengan en perfectas condiciones. "Tenemos turnos de ocho horas", dice Alejandro. "Te presentas y coges las herramientas que vas a necesitar. Luego tenemos un programa de vuelos diarios para asegurarnos de que esos aviones pueden volar".

Sin embargo, el día a día no es tan rígido como parece. Alejandro tiene un buen equilibrio entre trabajo y vida privada. "Si surge algo que requiere mi atención, por ejemplo, tengo una cita o necesito ocuparme de una situación familiar, mis compañeros de trabajo siempre son muy comprensivos. Todo el mundo tiene familia, ya sea cerca o lejos, así que es obvio que hay que darle a la gente el espacio necesario para manejar situaciones así, de emergencia o no", dice. Esta flexibilidad también le permite ampliar su formación. En la actualidad, está matriculado en un máster relacionado con su trabajo y le pagan la matrícula. "Estoy agradecido con las Fuerzas Armadas por haberme dado la oportunidad de aprovechar oportunidades importantes que de otro modo no podría permitirme", dice.