Jeff Saville
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Comandante

Jeff Saville

Capellán

“Quería trabajar con distintos tipos de personas de distintas tradiciones religiosas, no solo de la confesión a la que pertenezco. También quería poder viajar y trabajar con los jóvenes, y sabía que en las Fuerzas Armadas estaban esas oportunidades…”

"Quería trabajar con distintos tipos de personas de distintas tradiciones religiosas."

Jeff Saville

Marina

Ya con su Maestría en Teología, Jeff Saville se desempeñaba como ministro en Florida cuando decidió evaluar la posibilidad de ingresar en las Fuerzas Armadas como una forma de cumplir con su llamado religioso. Para Jeff, las Fuerzas Armadas eran la oportunidad de salir del culto dominical convencional y trabajar con una congregación dinámica, en constante evolución y móvil.

Jeff comenzó su proceso de incorporación hablando con un reclutador de la Marina. El reclutador lo puso en contacto con otros capellanes de la Marina, quienes respondieron todas las preguntas que Jeff tenía. Le gustó lo que escuchó y decidió unirse. Poco después, fue a un centro de entrenamiento en Newport, Rhode Island, donde comenzó su carrera militar en la Escuela de Capellanes de la Marina. Casi de inmediato, Jeff conoció la diversidad religiosa que estaba buscando.

“Los capellanes que vienen [a la Marina] tienen una formación religiosa muy pero muy variada. Entre los cristianos, hay más de cien grupos religiosos diferentes. También están los capellanes islámicos; hay un grupo de capellanes judíos y hasta un capellán budista en la Marina.”

En las Fuerzas Armadas a los capellanes no les enseñan cómo predicar su propia fe. Esta capacidad se da por sentada. En cambio, lo que aprenden estos líderes de la fe es cómo manejarse en las Fuerzas Armadas, “para que podamos desempeñarnos como cualquier oficial de plana mayor”.

Después de terminar sus estudios en la Escuela de Capellanes de la Marina, Jeff fue destacado en Gulfport, Mississippi, donde dividía su tiempo entre el entrenamiento en puerto y diversas movilizaciones. Durante esos dos primeros años, viajó a España, Somalia y Guam. Ya sea en la base o en el mar, una gran parte del trabajo de Jeff implicaba estar a disposición de los hombres y mujeres que necesitaban a alguien que los escuchara, una voz amiga o ayuda.

“Hacemos lo que llamamos un ministerio de presencia, es decir que simplemente salgo y veo a la gente y les pregunto cómo están, cómo está su esposa, si ya ha nacido su hijo. Es como tomarle el pulso a la moral.”

Cuando no “andaba dando vueltas por ahí para cumplir con el ministerio”, Jeff también se dedicaba a predicar de la forma tradicional. Durante el transcurso de sus 18 años en las Fuerzas Armadas, ofreció servicios religiosos en una tienda de campaña en Somalia, una biblioteca convertida en capilla a bordo de una embarcación, una capilla en España y una antigua iglesia en Londres, solo para nombrar algunos lugares. En total, estuvo en 33 países y ya sea celebrando la misa, aconsejando al personal y a sus familias o promoviendo intercambios religiosos y culturales, ha dejado una notable marca en todos ellos.

Jeff también trabajó directamente con la comunidad. Por ejemplo, colaboró con la Marina en el establecimiento de relaciones con las escuelas locales y los escolares en San Diego. Cuando el buque amarraba en el puerto, personas como el capellán Saville y otros marineros “iban a las aulas del lugar adonde estaban para hacer las veces de tutores de los alumnos o cuidarlos en las actividades que desarrollaban en el patio, etc.”. Sus tareas fueron reconocidas con un premio de toda la Marina al buque.

Actualmente, Jeff está destacado en San Diego como capellán de flota.

“Superviso a los capellanes. Les imparto parte de su capacitación antes de que integren una movilización. Así estos equipos del ministerio religioso compuestos por capellanes y sus auxiliares alistados saben qué tienen que hacer y cómo tienen que trabajar en equipo cuando parten hacia el Pacífico Occidental o el Golfo.”

Para el futuro, Jeff tiene pensado permanecer en las Fuerzas Armadas y seguir ejerciendo un impacto positivo en los Marineros y en los Marines. Sea lo que sea que el porvenir le depare a este capellán bondadoso y preparado, una cosa está clara: su paso por la Marina ha sido significativo y satisfactorio para él y para las numerosas personas a las que asistió.

“Mi trabajo, mi empeño, mancomunadamente con otras personas, han marcado una diferencia positiva en los miembros del servicio estadounidense y sus familias y en los ciudadanos de nuestras naciones amigas. Esas son las cosas que nunca cambiarán, y siento una enorme satisfacción de saber que utilicé muy bien mi tiempo [en la Marina].”