Para padres
Aceptar la decisión de una hija de unirse a la Guardia
Como miembro retirado del Cuerpo de Marines, Louis Arroyo trabaja diariamente con personas que están interesadas en el servicio militar. Es empleado de un MEPS (Centro de Procesamiento de Entrada a las Fuerzas Armadas, por sus siglas en inglés), donde se lo capacita para ayudar a posibles reclutas a tomar decisiones con respecto al servicio militar.
Pero cuando la hija de Louis, Krista, anunció que deseaba incorporarse a la Guardia Nacional de Ohio, Louis admitió que enfrentó una situación para la cual no había sido capacitado. Y expresó: “No quería que se incorporara. Es mi niñita… Al haber estado en el Servicio, algo sé de lo que se necesita. Tienes que estar un poco ‘curtido’, y no veía eso en mi hija”. Como padre, a Louis se le hizo difícil imaginar a Krista en las Fuerzas Armadas, aunque sabía que el Servicio podía ser una buena oportunidad.
Krista se mantuvo firme porque pensaba que las Fuerzas Armadas podían ser una buena manera de pagar la universidad. Y hasta prosiguió con sus planes y se reunió con un reclutador de la Guardia Nacional. Poco después, le dijo a Louis el nombre del reclutador. En ese momento, Louis se dio cuenta de que la “niñita de papá” había crecido, le dio la información que necesitaba y aceptó brindarle toda su ayuda con su incorporación a la Guardia Nacional.
Cómo los padres hablaron sobre la decisión de su hijo
Escuche las preguntas que Luis y otros padres hicieron para asegurarse de que sus hijos habían analizado bien la decisión de unirse a las Fuerzas Armadas.
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Harold Stewart: Soy oficial retirado. Comencé como soldado raso y forjé mi camino poco a poco. Le expliqué la opción de intentar ser oficial. Ir a la universidad, prepararse para ser oficial. Ir a la OCS (Escuela de Aspirantes a Oficial, por sus siglas en inglés). Dijo que quería hacer todo lo propio a un alistado y tratar de hacer carrera como hice yo, alistarse y luego ganarse el respeto de sus hombres y convertirse en oficial técnico principal algún día. Así que me parece que, no sé si está siguiendo mis pasos, pero todo hace pensar que está haciendo la misma carrera que yo.
Beth Radiseck: Me pareció que hablaba en serio cuando vino y me dijo que estaba pensando en incorporarse a la Fuerza Aérea. Y nosotros ya habíamos tramitado su ingreso a la universidad —a una universidad que ella había elegido— y la habían aceptado, así que fue una gran sorpresa ese otoño.
Marc Danziger: Le faltaban tres meses para graduarse en la universidad y sin más dijo, “Bueno, me voy ahora”, y para mí fue algo que lo viví como un retroceso importante. Me llamó por teléfono a las 11 de la noche y me dijo, “Necesito un boleto de avión para regresar a Virginia. Voy a terminar de estudiar. Luego voy a regresar y me voy a incorporar.” Su madre y su madrastra estaban muy decididas a hacerle cambiar de opinión (risas) de plano. Quiero decir, se desató una especie de drama familiar. Y mi forma de ver las cosas era que, bueno, el muchacho ya era adulto. Uno cría a los hijos para que tomen decisiones, e incorporarse a las Fuerzas Armadas es una decisión favorable. No es una mala decisión. Para mí, su madre y su madrastra estaban espantadas de que por propia voluntad él quisiera unirse a las fuerzas de combate. Terminé ocupándome de calmar todos esos temores.
Nancy Kennon: Tuve que convencer un poco a Robert porque yo estaba yendo a la oficina del reclutador. Fui allí con ella cinco veces. Sabía lo que estaba pasando. Sabía de lo que hablaban. Conocía todas las ventajas y desventajas. Y cuando llegó el momento de tomar la decisión final, ahí él dijo, “Lo mejor es que lo piense bien porque no hay vuelta atrás”, ya sabes. Así que tuve que esforzarme un poco para convencerlo para que se pusiera de mi lado para apoyarla en su decisión.
Robert Kennon: Escuché lo que ella tenía que decir y lo asumí, y unos dos días después le dije, “Tesoro, sea lo que sea que vayas a hacer, te voy a apoyar en todo”.
Greg Brewer: Soy de la década del 70. Soy de la era de la Guerra de Vietnam. Ya pasé los cincuenta años. Y cuando crecían les decía, “Chicos, si alguna vez se incorporan a las Fuerzas Armadas, no se van a tener que preocupar porque un extranjero los mate, porque yo los voy a matar”.
Louis Arroyo: La forma en que mi hija decidió incorporarse a la Guardia Nacional fue una sorpresa para mí. Un día decidió que quería obtener un título, yo soy en la actualidad empleado del MEPS (Centro de Procesamiento de Entrada a las Fuerzas Armadas, por sus siglas en inglés). Me consultó unas cuantas cosas sobre el pago de sus estudios, así que le di la información sin la intención de en realidad ayudarla a incorporarse porque no quería que lo hiciera. Ella es mi niña pequeña. Pero le di la información.
Greg Brewer: Finalmente asumí que él tomaba el tema en serio y después de conversar conmigo y contarme los beneficios del entrenamiento, y cómo podía aplicarlos más adelante en el sector civil donde intentaba tener un trabajo en el área de cumplimiento de la ley, y los beneficios respecto de los estudios, pasé de ser un ferviente antagonista a darle mi apoyo con total vehemencia.
Cómo los padres hablaron sobre la decisión de su hijo
Preparación para las Fuerzas Armadas
Cuando Louis aceptó la decisión de Krista, la ayudó a prepararse para el entrenamiento básico. Si bien Krista creció en un hogar militar y estaba preparada para la disciplina, Louis quería que estuviera lo mejor preparada que pudiera en el aspecto físico, por lo que empezó a correr y hacer flexiones de brazos. Louis sostuvo: “La parte física… Es la parte más dura. En el campamento de entrenamiento, haces con el cuerpo cosas que nunca te hubieras imaginado que podías hacer. Hicimos algunas pruebas de entrenamiento físico. Queríamos que viera cuál era su estado según estos estándares, y ella comprobó que estaba preparada”.
Louis también tuvo que prepararse emocionalmente para la partida de Krista al entrenamiento básico. Y admitió: “Iba a haber tres o cuatro hombres grandes gritándole a mi hija constantemente. Eso me molestaba”. Louis sabía que los desafíos del entrenamiento básico eran para un buen fin, pero le costaba imaginarse a su hija en las situaciones que recordaba de su propia experiencia.
Sin embargo y en definitiva, tanto Louis como Krista lograron superar el entrenamiento básico de Krista. Lo único que Louis sintió en su graduación fue orgullo. Y expresó: “Cuando se graduó mi hija, tuve que viajar hasta Kansas City, y fue algo muy emotivo para mí… Ver que tu hija se gradúa y, de repente, tu hija es un soldado”.
Valorar el éxito
Cada vez que hace memoria, Louis se emociona con lo que el servicio militar hizo por su hija. “Cuando estos niños van al campo de entrenamiento, se forman, se den cuenta o no. Incluso sus rasgos faciales... Me refiero a todo. Esculpen el cuerpo; su actitud simplemente es diferente. Es una transformación increíble que se lleva a cabo desde el día en que se van de sus hogares hasta el día en que se gradúan. Son muy disciplinados; están motivados; se sienten orgullosos. El orgullo simplemente mana de su cuerpo, y están tan orgullosos que uno se siente orgulloso de ellos”.
Hoy Krista es una oficial de MP (policía militar, por sus siglas en inglés) de la Guardia Nacional. Este puesto es una excelente elección para su vida civil, mientras utiliza el dinero de la Ley GI para obtener un título universitario en derecho penal. Louis aseguró: “Estoy orgulloso de ella. Y me siento bien. No tengo problemas. No tengo inquietudes. Lo está manejando perfectamente bien”.
Y, quizás inspirado por su hermana mayor, otro integrante de la familia de Louis decidió incorporarse a las Fuerzas Armadas. El hermano menor de Krista, Anthony, se alistó en el Cuerpo de Marines. Louis sigue brindándoles a sus dos hijos su apoyo incondicional. Y aseveró: “Hago memoria y recuerdo por lo que pasé. Tuve el apoyo de mi mamá y mi papá, por eso ahora me toca a mí darles mi apoyo”.
"Es mi niñita… Al haber estado en el Servicio, algo sé de lo que se necesita. Ver que tu hija se gradúa [entrenamiento básico] y, de repente, tu hijita es un soldado... Estoy muy orgulloso de ella."